Hoy he pasado un día familiar en Alájar, un pueblecito de menos de mil habitantes y cuarenta y pocos kilómetros cuadrados que se encuentra en Huelva, en la sierra de Aracena. Desde Sevilla está a menos de cien kilómetros, a una hora escasa -pasando Aracena, a trece kilómetros, bien señalizado-. Yo personalmente no lo conocía de absolutamente nada, pero es una estampa de turismo rural perfecta que a mi personalmente me ha gustado mucho.
No fuimos allí por casualidad, fuimos a la venta el Corcho. Se trata de un restaurante que recibe este nombre por su decorado, formado por distintas formas y figuras de corcho, incluso taburetes y un decorado cien por cien rústico. Y para mi precioso y súper original.
Dispone de una carta de carnes, chacinas, postres y vinos verdaderamente irresistible (dispone de más platos, yo hablo de los que he probado). Al entrar hay un salón que dispone de barra y algunas pequeñas mesas, para tapeo sobre todo. Después encontramos dos salones: uno muy grande, en el que yo he estado comiendo, con unas veinte mesas y otro más intimo, con 3 o 4 mesas y un pequeño patio.
Las imágenes, a partir de la cuarta, corresponden al salón grande del que hablo. Me ha llamado mucho la atención, y sobre todo me a encantado el detalle, de que nos pusieran un brasero de los de toda la vida, de cisco (a base de leña y carbón) debajo de la mesa, que hace que te sientas como en casa de tus queridísimos abuelos. Se agradece bastante, porque al frío que estamos pasando se le suma que nos encontramos en plena sierra, y aunque hay una gran chimenea en el salón, no estaba mi mesa muy cerca precisamente.
Yo personalmente, he podido chuparme los dedos a base de lomo con tomate, pluma ibérica, pata de cordero, migas, revuelto de setas, aceitunas (parece una tontería que las nombre, pero estaban increíbles), cerveza, vino dulce, y una copa de mousse de chocolate con nata impresionante.
Además había otros postres caseros como fresas con nata, flan de queso, bueñuelos, etc. El personal era muy amable, no ha habido ningún tipo de error ni olvido y nos han servido muy rápido. No es barato, pero aún así la relación calidad precio es excelente.
Es un viaje de domingo muy recomendable, porque además el pueblo cuenta con unos miradores y vistas increíbles, sobre todo desde la Peña de Arias Montano (lugar en al que se retiró el humanista) y con algunas iglesias preciosas. Por último, perdón por la calidad de las fotos, son de móvil y no es precisamente un iphone. Si alguien me hace caso, espero que le guste. A mí me ha encantado.
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